7 de abril de 2021

Del Diario de Santa Faustina, 872 y 873

 


Durante la Hora Santa el Señor me concedió experimentar su Pasión. Compartí la amargura de la Pasión de la que estaba colmada su alma. Jesús me dio a conocer como el alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las tribulaciones y la aridez y las tentaciones, porque de tal plegaria en gran medida depende a veces la realización de los grandes proyectos de Dios; y si no perseveramos en tal plegaria, ponemos impedimentos a lo que Dios quiere hacer a través de nosotros o en nosotros. Que cada alma recuerde estas palabras: Y encontrándose en una situación difícil, rogaba más tiempo. Yo prolongo siempre tal oración por cuanto me es posible y compatible con mis deberes.

 En la mañana del viernes cuando iba a la capilla a la Santa Misa, de repente vi en la vereda una gran mata de enebro y en ella un gato horrible que mirándome con maldad me impedía pasar a la capilla. Una sola invocación del nombre de Jesús y todo desapareció. Ofrecí un día entero por los pecadores agonizantes. Durante la Santa Misa sentí de manera particular la cercanía del Señor. Después de la Santa Comunión miré con confianza al Señor y le dije: Jesús, deseo mucho decirte una cosa, y el Señor me miró con amor y dijo: ¿Y qué es lo que quieres decirme? Jesús, Te pido por el inconcebible poder de Tu misericordia que todas las almas que mueran hoy eviten el fuego infernal, aunque fuesen los pecadores más grandes; hoy es viernes, el memorial de Tu amarga agonía en la cruz; como Tu misericordia es inconcebible, los ángeles no se sorprenderán. Y Jesús me abraza a su Corazón y dijo: Hija (247) amada, has conocido bien el abismo de Mi misericordia. Haré como lo pides, pero no dejes de unirte continuamente a Mi corazón agonizante y satisfaz Mi justicia. Debes saber que Me has pedido una gran cosa, pero veo que te la ha dictado el amor puro hacia Mí, por eso satisfago tu petición.

 

 

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