Diario de Santa Faustina, 169; 3
(…) (Jesús continuó) "Durante esos ejercicios espirituales observa un silencio tan riguroso como si en tu alrededor no existiera nada. Hablarás solamente Conmigo y con el confesor, a las Superioras les pedirás solamente penitencias". Me alegré muchísimo de que el Señor Jesús me hubiera mostrado tanta benevolencia y de que se hubiera humillado hacia mí.
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