Diario de Santa
Faustina, 161;3
Oh María, Virgen,
Azucena más bella,
Tu Corazón fue el primer tabernáculo para
Jesús en la tierra,
y eso porque Tu humildad fue la más profunda,
y por eso fuiste elevada por encima de los
coros de los ángeles y de los santos.
Oh María, dulce
Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo, y mi pobre
corazón,
sé Tú la custodia de mi vida,
y especialmente en la hora de la muerte,
en el último combate.
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