QUINCE MINUTOS CON JESÚS MISERICORDIOSO
Jesús Misericordioso
ayúdame a orar más, y especialmente cuando me siento afligido y angustiado,
porque es en esos momentos cuando tengo la tentación de abandonar la oración o,
al menos, de rezar menos, siendo que Tú, cuando estabas sufriendo la agonía en el
Huerto de los Olivos, orabas más intensamente cuanto más sufrías.
Jesús, ten compasión
de mí, que el demonio es muy astuto y me quiere llevar por el camino de la
perdición eterna.
Sólo Tú puedes
vencerlo, porque eres Dios.
Por eso te ruego
encarecidamente que me protejas del enemigo infernal, y para ello prometo
venerar tu Imagen, ya que Tú mismo has prometido que quien la venere obtendrá
la victoria sobre todos sus enemigos ya aquí en la tierra.
Jesús, Rey de
Misericordia, ayúdame a entender que a veces no tengo que rezar con los labios
y con oraciones hechas, sino con mis palabras y con el corazón, y especialmente
rezar así en los momentos de congoja, para pedirte auxilio y recostar mi frente
cansada sobre tu pecho amorosísimo.
¡Te amo, Jesús Misericordiosísimo, y confío para
siempre en Ti
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