Diario de Santa Faustina, 158;1
Cuando fui a Kiekrz, para sustituir algún
tiempo a una de las hermanas, una tarde atravesé la huerta y me detuve a la
orilla del lago, y durante un largo momento me quedé pensando en aquel elemento
de la naturaleza. De repente vi a mi lado al Señor Jesús que me dijo
amablemente: "Lo he creado todo para ti, esposa Mía, y has de saber que
todas las bellezas son nada en comparación con lo que te he preparado en la
eternidad". (…)
Jesús en Ti confío
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