Diario de Santa Faustina, 952
Oh Jesús mío, Tu ves
que Tu santa voluntad es todo para mí. Me es indiferente lo que hagas de mí: me
ordenas ponerme a la obra, lo hago con tranquilidad, a pesar de saber que no
soy idónea para esto; me haces esperar por medio de Tus sustitutos, así pues, espero
con paciencia; llenas mi alma de entusiasmo, y no me das la posibilidad de
obrar; me atraes detrás de Ti a los cielos, y me dejas en la tierra; infundes
en mi alma el anhelo de Ti, y Te escondes de mí. Muero por el deseo de unirme
Contigo por la eternidad, y no permites a la muerte acercarse a mí. Oh voluntad
de Dios, Tu eres mi alimento y el deleite de mi alma; cuando me someto a la
santa voluntad de mi Dios, un abismo de paz inunda mi alma.
Oh Jesús mío, Tu no das la recompensa por el
resultado de la obra, sino por la voluntad sincera y el esfuerzo emprendido;
por lo tanto estoy completamente tranquila, aunque todas mis iniciativas y mis
esfuerzos quedaran frustrados ni fueran realizados jamás. Si hago (299) todo lo
que está en mi poder, lo demás no es cosa mía y por eso las más grandes
tempestades no perturban la profundidad de mi paz. En mi conciencia reside la
voluntad de Dios.
Jesús en Ti confío
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