Del Diario de Santa Faustina, 618
Al comienzo de la Cuaresma pedí a mi
confesor una mortificación para aquel periodo cuaresmal y recibí la de no
reducirme los alimentos, sino de meditar durante las comidas sobre cómo Jesús
en la cruz aceptó el vinagre con hiel: sería una mortificación. No sabía que de
ella sacaría un provecho tan grande para mi alma. El provecho consistía en que
meditaba continuamente su dolorosa Pasión y cuando estaba comiendo, no
distinguía lo que comía sino que estaba ocupada por la muerte de mi Señor.
Jesús en Ti confío
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