16 de noviembre de 2025

Del Diario de Santa Faustina, 1074

 

Cuando fui a adorar, oí estas palabras: ... Di a todos: « Hija mía, que yo soy el Amor y la Misericordia misma. Cuando un alma se acerca a mí con confianza, la colmo de tal abundancia de gracias que no puede contenerlas en sí misma, sino que las irradia a otras almas»

 

 


 

15 de noviembre de 2025

Del Diario de Santa Faustina, 1167

 

Satanás me confesó que soy el objeto de su odio. Me dijo: Mil almas me hacen menos daño que tú cuando hablas de la gran misericordia del Omnipotente. Los más grandes pecadores toman confianza y vuelven a Dios y yo - dice el espíritu maligno - pierdo todo, pero además me persigues con esta misericordia insondable del Omnipotente.

 

 


 

14 de noviembre de 2025

Del Diario de Santa Faustina, 713

 

Esta noche, mientras escribía sobre esta gran misericordia de Dios y sobre el gran provecho para las almas, Satanás irrumpió en la celda con gran rabia y furia, tomó el biombo y se puso a despedazarlo y quebrarlo. En un primer momento me asusté un poco, pero en seguida con un pequeño crucifijo hice la señal de la santa cruz; la bestia se calmó en seguida y desapareció. 

 

 


 

 

13 de noviembre de 2025

Del Diario de Santa Faustina, 146

 

En cualquier estado en que se encuentre un alma, debe orar. Un alma pura y hermosa debe orar, o de lo contrario perderá su belleza; un alma que se esfuerza por alcanzar esta pureza debe orar, o de lo contrario nunca la alcanzará; un alma recién convertida debe orar, o de lo contrario volverá a caer; un alma pecadora, sumida en el pecado, debe orar para poder levantarse de nuevo. No hay alma que no esté obligada a orar, pues cada gracia llega al alma a través de la oración

 

 


 

12 de noviembre de 2025

Del Diario de Santa Faustina, 1756

 

“Qué paraíso hay en el alma cuando el corazón siente ser tan amado por Dios”

 

 


 

 

11 de noviembre de 2025

Del Diario de Santa Faustina, 146

 

La oración. A través de la oración el alma se arma para enfrentar cualquier batalla. En cualquier condición en que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que rezar el alma pura y bella, porque de lo contrario perdería su belleza; tiene que implorar el alma que tiende a la pureza, porque de lo contrario no la alcanzaría; tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración.