Del Diario de Santa
Faustina, 19
En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y
había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con
gran fervor, pero sin eficacia para ellas mismas, solo nosotros podemos
ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban. Mi Ángel de la
Guarda no me abandonó ni por un solo momento. Pregunté a estas almas ¿Cuál era
su mayor tormento? Y me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios, Vi a
la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio, Las almas llaman a
Maria “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio. Deseaba hablar más con
ellas, sin embargo mi Ángel de la Guarda me hizo seña de salir. Salimos de esa
cárcel de sufrimiento. [Oí una voz interior que me dijo: Mi misericordia no lo
desea, pero la justicia lo exige. A partir de aquel momento me uno más estrechamente
a las almas sufrientes.