Del Diario de Santa Faustina, 1154
Hoy vi el convento de esta nueva Congregación. Una casa amplia y espaciosa,
visité cada cuarto uno tras otro; vi que la divina Providencia había provisto
cada lugar de todo lo que era necesario. Las personas que Vivian en ese
convento por el momento llevaban trajes seglares, pero reinaba el espíritu
religioso en toda plenitud y yo organizaba todo según lo deseaba el Señor. De repente fui amonestada por una de nuestras hermanas: ¿Cómo
puede usted, hermana, cumplir tales obras? Contesté: No yo, sino el Señor a
través de mi y tengo el permiso para todo. Durante la Santa Misa me vino la luz
y una profunda comprensión de toda esta obra y en mi alma no quedó ni una
sombra de duda.
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