Del Diario de Santa Faustina, 417
"Entonces, escuché estas palabras: Tú eres testigo de Mi misericordia, quedarás por los siglos ante Mi Trono como testigo vivo de Mi misericordia”.
Del Diario de Santa Faustina (#Diario, 309
Dios y las almas. – Acto de ofrecimiento.
Ante el cielo y la tierra, ante todos los coros de los ángeles, ante la Santísima Virgen María, ante todas las Potencias Celestes declaro a Dios, Uno y Trino, que hoy en unión con Jesucristo, Redentor de las almas, me ofrezco voluntariamente como victima por la conversión de los pecadores y especialmente por las almas que han perdido la esperanza en la Divina Misericordia. Este ofrecimiento consiste en que tomo [con] la total sumisión a la voluntad de dios, todos los sufrimientos, y los temores, y los miedos que llenan a los pecadores y en cambio les cedo todas las consolaciones que tengo en el alma, que provienen de mi comunión con Dios. En una palabra, les ofrezco todo: las Santas Misas, las Santas Comuniones, las penitencias, las mortificaciones, las plegarias. No temo los golpes, los golpes de la Justicia de Dios, porque estoy unida a Jesús. Oh Dios mío, con esto deseo compensarte por las almas que no confían en Tu bondad. Contra toda [la esperanza] confío en el mar de Tu misericordia. Oh Señor y Dios mío, mi destino… mi destino para la eternidad, no pronuncio este acto de ofrecimiento basándome en mis propias fuerzas, sino en el poder que deriva de los méritos de Jesucristo. Este acto de ofrecimiento lo repetiré todos los días con la siguiente plegaria que Tu Mismo me enseñaste, oh Jesús: Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío.
Del Diario de Santa Faustina Kowalska, 186-187
Hoy Jesús me dijo: ′′... Cuando recites esta oración con corazón arrepentido y con fe por algún pecador, le daré la gracia de la conversión”.
La breve oración es la siguiente: ′′ Oh Sangre y Agua, que surgiste del Corazón de Jesús como Manantial de Misericordia para nosotros, en Ti confío”.
Del Diario de Santa Faustina Kowalska: Diario, 146
En cualquier condición que se encuentre un alma, debe orar. Tiene que orar el alma pura y hermosa, ya que de otra manera perdería su belleza. Tiene que rezar al alma que tiende a la pureza, de lo contrario no llegará. Tiene que rezarle al alma que acaba de convertirse, de otra forma caería de nuevo. Tiene que orar el alma pecadora... Y no hay alma, que no tenga el deber de orar, ya que toda gracia llega a través de la oración.