Del Diario de Santa Faustina, 1728
«Escribe: Soy santo,
tres veces santo y siento aversión por el menor pecado. No puedo amar al alma
manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente, entonces Mi generosidad con
ella no conoce límites. Mi misericordia la abraza y justifica. Persigo a los
pecadores con Mi misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra
cuando ellos vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón
y Me alegro de su retorno. Di a los pecadores que ninguna escapará de Mis
manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a
los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus
corazones [para saber] cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través
de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los
sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la
Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a sí mismos
y les doy lo que desean».