Del Diario de Santa Faustina, 451
Una vez, después de la Santa Comunión, oí estas palabras: "Tú eres nuestra morada". En aquel momento sentí en el alma la presencia de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, me sentía el templo de Dios, sentía que era hija del Padre; (...). Oh bondad infinita, cuánto Te humillas hasta una miserable criatura.

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