2 de mayo de 2024

Del Diario de Santa Faustina, 291

 

En cierta ocasión conocí a una persona que pensaba cometer un pecado grave. Pedí al Señor que me enviara los peores tormentos, para que aquella alma fuera preservada. (128) De repente sentí en la cabeza el atroz dolor de la corona de espinas. Eso duró bastante tiempo, pero aquella persona permaneció en la gracia de Dios. Oh Jesús, que fácil es santificarse; es necesario solamente un poco de buena voluntad. Si Jesús descubre en el alma ese poquito de buena voluntad, entonces se apresura a entregarse al alma y nada puede detenerlo, ni los errores, ni las caídas, nada en lo absoluto. Jesús tiene prisa por ayudar a esa alma, y si el alma es fiel a esta gracia de Dios, entonces en muy poco tiempo puede llegar a la máxima santidad a la que una criatura puede llegar aquí en la tierra. Dios es muy generoso y no rehúsa a nadie su gracia, da más de lo que nosotros le pedimos. La fidelidad en el cumplimiento de las inspiraciones del Espíritu Santo es el camino más corto.

 

 



 

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