Del Diario de Santa Faustina, 1692
Te adoro, Creador y Señor, oculto en el Santísimo
Sacramento. Te adoro por todas las obras de Tus manos, en las cuales se me
revela tanta sabiduría, bondad y misericordia. (...)Y aunque Te has escondido y
ocultado, y has ocultado Tu belleza, mi ojo, iluminado por la fe, llega hasta
Ti y mi alma reconoce a su Creador.
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