Del Diario de Santa Faustina, 1101
Por la noche oí en
el alma estas palabras: "Hija Mía, has de saber que te voy a hablar de
modo especial a través de este sacerdote para que no tengas dudas en cuanto a
Mis demandas". Ya desde la primera meditación, las palabras de este sacerdote
impresionaron mi alma, y fueron las siguientes: no me está permitido oponerme a
la voluntad de Dios, ni a los deseos de Dios, cualesquiera que sean; y en
cuanto esté convencida de la certeza y la autenticidad de la voluntad de Dios,
deberé cumplirla y de esto nadie me puede dispensar.
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