Del Diario de Santa Faustina, 1565
"Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo:
Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla
que te he enseñado. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre
terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como
impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba
esperando aquella alma. Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como
está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús
envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El
enfermo expiró sereno. Cuando volví en mi, comprendí la importancia que tiene
esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de
Dios."
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