Del Diario de Santa Faustina, 1723
Una noche vino a verme el alma de cierta jovencita y me hizo sentir su
presencia dándome a conocer que necesitaba mi oración. Recé un momento, pero su
espíritu no se alejó de mí. Entonces dije dentro de mí: si eres un espíritu
bueno, déjame en paz y las indulgencias de mañana serán para ti. En aquel
momento, ese espíritu abandonó mi habitación; conocí que estaba en el
purgatorio.
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