Del Diario de Santa Faustina, 594
Una noche vino a mi una de las hermanas
difuntas que ya antes había venido a verme algunas veces; la primera vez la vi
en un estado de gran sufrimiento, después los sufrimientos eran cada vez
menores y aquella noche, la vi resplandeciente de felicidad y me dijo que ya
estaba en el paraíso; y me dijo que Dios probó esta casa con aquella
tribulación porque la Madre General había dudado, no prestando fe a lo que yo
había dicho de esta alma. Pero ahora, como signo de que sólo ahora está en el
cielo, Dios bendecirá esta casa. Luego se acercó a mí y me abrazó cordialmente
y dijo: Tengo que irme ya. Comprendí lo estrecha que es la unión entre estas
tres etapas de la vida de las almas, es decir, la tierra, el purgatorio, el
cielo.
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