Del Diario de Santa Faustina, 1645
Hoy vi a Jesús doliente que se inclinó sobre mí y dijo murmurando silenciosamente: "Hija Mía, ayúdame a salvar los pecadores." De súbito entró en mi alma un fuego de amor por la salvación de las almas. Cuando volví en mí, sabía cómo salvar las almas y me preparé a mayores sufrimientos.
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