Del Diario de Santa Faustina, 1364
En los rayos puros de Tu amor mi alma ha cambiado su amargura transformándose en un fruto dulce y maduro; ahora puedo ser plenamente útil a la Iglesia con mi santidad personal que dará latidos de vida en toda la Iglesia, puesto que todos formamos un mismo organismo en Jesús. Por eso me empeño en que la tierra de mi corazón produzca buenos frutos.
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