Del Diario de Santa Faustina, 318
No pierdo la presencia de Dios en el alma y quedo estrechamente unida a Él. Con Él voy al trabajo, con Él voy al recreo, con Él sufro, con Él gozo, vivo en Él y Él en mí. No estoy nunca sola, ya que Él es mi compañero permanente.
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