Del Diario de Santa Faustina, 86
El nombre de Jesús. Oh, qué grande es Tu nombre, oh Señor, es la fortaleza de mi alma. Cuando las fuerzas faltan y las tinieblas se agolpan en el alma, entonces Tu nombre es el sol cuyos rayos iluminan, pero también calientan y el alma bajo su influencia se vuelve bella e irradia el resplandor de Tu nombre. Cuando oigo el dulcísimo nombre de Jesús, mi corazón late con más fuerza y hay momentos en que oyendo el nombre de Jesús, caigo desvanecida. Mi espíritu se lanza hacia Él.
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