Del Diario de Santa Faustina, 566
“Vi de repente al Niño Jesús, de pie junto a mi genuflexorio, apoyándose en él con ambas manitas. Aunque era un niño, el temor y el miedo invadieron mi alma, pues veo en Él mi juez, Señor y Creador, ante Su santidad tiemblan los ángeles. Por otro lado, mi alma fue inundada por un amor inconcebible; me pareció que estaba muriendo bajo su influencia. Veo ahora que primero Jesús fortalece mi alma y luego la hace capaz de convivir con Él, porque de lo contrario no soportaría lo que experimento en ciertos momentos".
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