Diario de Santa Faustina, 97; 4
(…) Todas estas pruebas son duras y difíciles. Dios no las da a un alma que anteriormente no haya sido admitida a una comunión más profunda con Él, y no haya disfrutado de las dulzuras del Señor, y también Dios tiene en eso sus fines insondables para nosotros. Muchas veces Dios prepara de modo semejante al alma a los designios futuros y a grandes obras. Y quiere probarla como oro puro, pero este no es todavía el fin de la prueba. Existe todavía la prueba de las pruebas.
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