Diario de Santa Faustina, 240; 5
(…) Para mí Te ruego, Señor, transfórmame completamente en Ti, mantenme siempre en el santo fervor para Tu gloria, dame la gracia y la fuerza del espíritu para cumplir en todo Tu santa voluntad. Te agradezco, oh mi amadísimo Esposo, por la dignidad que me has ofrecido y especialmente por las insignias reales que desde hoy me adornan, y que ni siquiera los ángeles tienen, que son: la cruz, la lanza y la corona de espinas. Pero sobre todo, oh Jesús mío, Te agradezco por Tu Corazón. Él me basta por todo. (…)
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