6 de octubre de 2021

Diario de Santa Faustina, 234; 3

 

 (…) Desde aquel momento tengo las alas desatadas para el vuelo y deseo volar hacia el ardor mismo del sol. Mi vuelo no se detendrá hasta que no descanse en Él por la eternidad. SI volamos muy alto, toda la oscuridad, la niebla y las nubes las tenemos debajo de los pies y toda la parte sensitiva de nuestro ser tiene que someterse al espíritu.

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario