Diario de Santa Faustina, 207
Hoy recé por un alma agonizante que estaba muriendo sin los santos sacramentos, aunque los deseaba ardientemente. Pero ya era demasiado tarde. Se trata de una pariente mía, la esposa de un tío paterno. Era un alma querida de Dios. En aquel momento no hubo distancia para nosotras.
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