13 de agosto de 2021

Diario de Santa Faustina, 146; 2

 

 (…) tiene que suplicar el alma recién convertida, porque de lo contrario caería nuevamente; tiene que orar el alma pecadora, sumergida en los pecados, para poder levantarse. Y no hay alma que no tenga el deber de orar, porque toda gracia fluye por medio de la oración.

 


 

 

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