Diario de Santa Faustina, 193
Mi corazón es la morada estable para Jesús. Además de Jesús nadie tiene acceso a él. De Jesús recojo fuerzas para luchar contra todas las dificultades y contrariedades. Deseo transformarme en Jesús para poder dedicarme perfectamente a las almas. Sin Jesús no me acercaría a las almas, porque sé lo que soy yo por mí misma. Absorbo a Dios en mí, para entregarlo a las almas.
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