"A las almas que propagan Mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte nos seré para ellas, el Juez, sino el Salvador Misericordioso". Diario, 1075
(...) Su Sangre fluyó sobre el
suelo y en algunos puntos la carne empezó a separarse. Y vi en la espalda
algunos de sus huesos descarnados... Jesús emitía un gemido silencioso y un
suspiro.
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