Diario de Santa Faustina, 183; 1
Una mañana, después de la Santa Comunión, oí esta voz: "Deseo que Me acompañes cuando voy a los enfermos". Contesté que estaba de acuerdo, pero un momento después reflexioné: "¿Cómo voy a hacerlo? Dado que las hermanas del segundo coro no acompañan al Santísimo Sacramento, siempre van las Hermanas Directoras". Pensé que Jesús lo solucionaría. Pocos minutos después, la Madre Rafaela mandó llamarme y me dijo: "Hermana, usted va a acompañar al Señor Jesús, cuando el sacerdote visite a los enfermos". (...)
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