Diario de Santa Faustina, 161; 3
Oh María, Virgen, Azucena más bella, Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra, y eso porque Tu humildad fue la más profunda, y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.
Oh María, dulce Madre mía, Te entrego el alma, el cuerpo, y mi pobre corazón, sé Tú la custodia de mi vida, y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate.
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