Del Diario de Santa Faustina, 247
Oh Jesús, amigo del corazón solitario, Tú eres mi puerto, Tú eres mi Paz, Tú eres mi única salvación, Tú eres la serenidad en los momentos de lucha y en el mar de dudas. Tú eres el Rayo brillante que ilumina el sendero de mi Vida. Tú eres todo para el alma solitaria. Tú comprendes al alma, aunque ella permanezca callada.
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