Diario de Santa Faustina, 178;1
Hoy empezamos la tercera probación. La Madre Margarita empezó con una plegaria y recordó lo grande que es la gracia de los votos perpetuos. De repente me vino un gran llanto. En un solo momento, delante de los ojos de mi alma aparecieron todas las gracias de Dios y me vi tan miserable e ingrata frente a Dios. Las hermanas empezaron a reprenderme: "¿por qué se puso a llorar tanto?", pero la Madre Maestra me defendió y dijo que eso no la asombraba. (...)
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