Del Diario de Santa Faustina, 72
Oh Jesús, recuerda Tu
amarga Pasión y no permitas que se pierdan almas redimidas con tan Preciosa,
Santísima Sangre Tuya.
Oh Jesús, cuando
considero el alto precio de Tu Sangre, me regocijo en su inmensidad porque una sola
gota habría bastado para salvar a todos los pecadores.
Aunque el pecado es un
abismo de maldad e ingratitud, el precio pagado por nosotros jamás podrá ser
igualado. Por lo tanto, haz que cada alma confié en la Pasión del Señor y que
ponga su esperanza en su misericordia. Dios no le negara su misericordia a
nadie. El cielo y la tierra podrán cambiar, pero jamás se agotará la
misericordia de Dios. ¡Oh, qué alegría arde en mi corazón, cuando contemplo Tu
bondad inconcebible, oh Jesús mío!
Deseo traer a todos
los pecadores a Tus pies para que glorifiquen Tu misericordia por los siglos de
los siglos