Del Diario de Santa
Faustina, 606
Oh Jesús mío, a pesar de tus gracias, siento y veo toda mi miseria.
Comienzo el día luchando y lo termino luchando; en cuanto aparto una
dificultad, en su lugar surgen diez por superar, pero no me aflijo por ello,
porque sé muy bien que éste es el tiempo de la lucha y no de la paz. Cuando la
lucha se hace tan dura que supera mis fuerzas, me arrojo como una niña en los
brazos del Padre Celestial y tengo confianza que no pareceré. Oh Jesús mío, soy
tan propensa al mal y eso me obliga a vigilantes continuamente, pero nada me
desalienta, confío en la gracia de Dios, que abunda donde la miseria es la más
grande.