Del Diario de Santa
Faustina, 36
Una vez fui llamada
al juicio de Dios. Me presenté delante del Señor, a solas. Jesús se veía como
durante la Pasión. Después de un momento, estas heridas desaparecieron y
quedaron sólo cinco: en las manos, en los pies y en el costado. Inmediatamente
vi. todo el estado de mi alma tal y como Dios la ve. Vi claramente todo lo que
no agrada a Dios. No sabía que hay que rendir cuentas ante el Señor, incluso de
las faltas más pequeñas. ¡Que momento! ¿Quién podrá
describirlo? Presentarse delante del tres veces Santo, Jesús me preguntó:
¿Quién eres? Contesté: Soy Tu sierva, Señor. Tienes la deuda de un día de fuego
en el Purgatorio. Quise arrojarme inmediatamente a las llamas del fuego del
Purgatorio, pero Jesús me detuvo y dijo: ¿Qué prefieres, sufrir ahora durante
un día o durante un breve tiempo en la tierra? Contesté: Jesús, quiero sufrir
en el Purgatorio y quiero sufrir en la tierra los más grandes tormentos aunque
sea hasta el fin del mundo. Jesús dijo: Es suficiente una cosa. Bajarás a la
tierra y sufrirás mucho, pero durante poco tiempo y cumplirás Mi voluntad y Mis
deseos.
