Del Diario de Santa Faustina, 1293
“Cuando he caído nuevamente en el mismo error a pesar del propósito sincero
de evitarlo, aunque esta caída era una pequeña imperfección y más bien
involuntaria, no obstante sentí en el alma un dolor tan vivo que interrumpí mi
trabajo y fui por un momento a la capilla, y caí a los pies de Jesús; con amor
y con gran dolor pedí perdón al Señor, tanto más avergonzada que por la mañana,
hablando con Él después de la Santa Comunión le prometí fidelidad. De repente escuché
estas palabras: "Si no hubiera sucedido esta pequeña imperfección no
habrías venido a Mí. Has de saber que cada vez que vienes a Mí humillándote y
pidiendo perdón, Yo derramo sobre tu alma una inmensidad de gracias y tu
imperfección desaparece ante Mí y veo solamente tu amor y tu humildad. No
pierdes nada, sino que ganas mucho”.