Del Diario de Santa Faustina, 47
Al anochecer, estando en mi celda vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena del temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: “Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en vuestra capilla, y en el mundo entero”