Del Diario de Santa Faustina, 895
Hoy no he tenido ganas de escribir; de repente he oído en el alma una voz:
Hija Mía, no vives para ti, sino para las almas. Escribe para el bien de ellas.
Conoces Mi voluntad en cuanto a escribir, te la han confirmado muchas veces los
confesores. Tú sabes lo que mas Me
agrada y si tienes alguna duda sobre Mis palabras, sabes a quién debes
preguntar. Le concedo luz para que juzgue Mi causa, Mi ojo lo protege. Hija
Mía, frente a él tienes que ser como una
niña, llena de sencillez y sinceridad, antepón su opinión a todas Mis
peticiones, él te guiará según Mi voluntad; si no te permite cumplir Mis
solicitudes, quédate tranquila, no te juzgaré por ello; este asunto quedará
entre Yo y él. Tú debes obedecer.