Del Diario de Santa Faustina, 57
Oh, mi Jesús, Tú eres la vida de mi vida, Tú sabes bien que lo único que deseo es la gloria de Tu nombre y que las almas conozcan Tu bondad. ¿Por qué las almas Te evitan, oh Jesús?, no lo entiendo.
Del Diario de Santa Faustina, 474
13 DE SEPTIEMBRE DE 1935
Por la tarde,
estando yo en mi celda, vi al ángel, ejecutor de la ira de Dios. Tenía una
túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la
nube salía rayos y relámpagos e iban a las manos y de su mano salían y
alcanzaban la tierra. Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la
tierra y especialmente cierto lugar, por justos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al
ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero mi
suplica era nada comparada con la ira de Dios. En aquel momento vi a la
Santísima Trinidad. La grandeza de su Majestad me penetró profundamente y no me
atreví a repetir la plegaria. En aquel mismo instante sentí en mi alma la
fuerza de la gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme cuenta de esta
gracia, en el mismo momento fui llevada delante del trono de Dios. (..) Me puse
a rogar a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro de mi.