Del Diario de Santa Faustina, 551 a
Cada una debería tener un gran amor hacia la Iglesia. Como una buena hija que ama a su madre y reza por ella, así cada alma cristiana debe rezar por la Iglesia que para ella es madre. ¿Y qué decir de nosotras, las religiosas, que nos hemos comprometido particularmente a rezar por la Iglesia? Pues, qué grande es nuestro apostolado aunque tan escondido.