Del Diario de Santa Faustina, 163
«Mi reposo verdadero está en el servicio del prójimo».
Del Diario de Santa Faustina, 140
«El amor puro es capaz de grandes empresas y no lo destruyen ni las dificultades ni las contrariedades, si el amor es fuerte a pesar de grandes dificultades, también es perseverante en la vida cotidiana, gris, monótona. Sabe que para agradar a Dios, una cosa es necesaria, es decir hacer las cosas más pequeñas con gran amor, amor y siempre amor»
Del Diario de Santa Faustina, 208
«Oh ustedes, pequeños, insignificantes sacrificios cotidianos, son para mí como las flores del campo con las cuales cubro los pies del amado Jesús. A veces, yo comparo estas pequeñeces con las virtudes heroicas, porque para su incesante continuidad exigen heroísmo».
Del Diario de Santa Faustina, 1242
“Oh Jesús mío, cada uno de Tus santos refleja en sí una de Tus virtudes, yo deseo reflejar Tu Corazón compasivo y lleno de misericordia. Que Tu misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra”.
Del Diario de Santa Faustina, 119
“El alma sin gustar la dulzura del silencio interior, es un espíritu inquieto y perturba este silencio en los demás. Vi a muchas almas en los abismos infernales por no haber observado el silencio. Ellas mismas me lo dijeron cuando les pregunté cuál había sido la causa de su ruina. Eran almas consagradas».
Del Diario de Santa Faustina, 1121
Después de la Santa Comunión, durante un momento traté
íntimamente con el Padre celestial. Mi alma fue atraída al ardor mismo del
amor, comprendí que ninguna obra exterior puede compararse con el puro amor de
Dios….. Vi el gozo del Verbo Encarnado y fui sumergida en la Divina Trinidad.
Cuando he vuelto en mi, la nostalgia inundó mi alma, el anhelo de unirme a
Dios. Me ha envuelto el amor tan grande hacia el Padre celestial que todo este
día lo considero como un continuo éxtasis del amor. Todo el universo me ha parecido
como una pequeña gotita frente a Dios. No hay felicidad más grande que ésta,
que Dios me da a conocer interiormente, que le es agradable cada latido de mi
corazón, y cuando me muestra que me ama de modo particular.
Del Diario de Santa Faustina, 811
Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca de un agonizante es rezada esta Coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable Misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi Misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo.
Del Diario de Santa Faustina, 568
(36) El comportamiento de la Superiora para con las
hermanas.
La Superiora debe distinguirse por la humildad y el amor
hacia cada hermana, sin excepción alguna. Que no se deje guiar por simpatía o
por antipatía, sino por el espíritu de Cristo. Debe saber que Dios le pedirá
cuenta de cada hermana. Que no diga sermones a las hermanas, sino que dé el
ejemplo de una profunda humildad y el de negarse a si misma, ésta será la
enseñanza más eficaz para las que dependen de ella. Que sea resuelta, pero
nunca brusca; que tenga paciencia si la cansan con las mismas preguntas, aunque tenga que repetir cien veces
la misma cosa, pero siempre con la misma calma. Que trate de presentir todas
las necesidades de las hermanas sin esperar que le pidan ésta u otra cosa,
porque son diversas las naturalezas de las almas. Si ve que alguna hermana está
triste o doliente, trate de ayudarle de cualquier manera y de consolarla; que
ruegue mucho y pida luz para saber (37) cómo comportarse con cada una de ellas
porque cada alma es un mundo diferente. Dios tiene distintos modos para tratar con las
almas que, a veces, para nosotros, son incomprensibles e inconcebibles, por eso
la Superiora debe ser prudente para no impedir la actuación de Dios en ningún
alma. Que nunca amoneste a las hermanas cuando está nerviosa, además los
reproches deben siempre ir acompañados por palabras de estimulo. Hay que dar a
conocer al alma su error para que lo reconozca, pero no se la debe desalentar.
La Superiora debe distinguirse por el amor activo a las hermanas, debe
encargarse de todas las penas para aliviar a las hermanas; que no exija
ningunos servicios de las hermanas, que las respete como a las esposas de Jesús y que esté dispuesta a
servirles tanto de día como de noche; debe más bien pedir que ordenar. Que
tenga el corazón abierto alos sufrimientos de las hermanas y que ella misma
estudie y contemple fijamente el libro abierto, es decir, a Jesús Crucificado.
Que siempre pida con fervor la luz y, especialmente, cuando tenga que arreglar
algo de importancia con alguna (38)
hermana. Que se cuide de entrar en el ámbito de sus
conciencias, porque en este campo es el sacerdote que tiene la gracia; pero
sucede que algún alma sienta la necesidad de desahogarse ante la Superiora,
entonces la Superiora puede recibir las confidencias de un alma, pero no se olvide del secreto, porque nada
disgusta más a un alma que cuando se diga a otros lo que ella dijo en
confianza, es decir en secreto.
Las mujeres tienen siempre la cabeza débil respecto a esto; pocas veces se encuentra a una mujer con la mente de hombre. Procure una profunda unión a Dios y Dios gobernará a través de ella. La Virgen santísima será la Superiora [208] de este convento y nosotras seremos sus hijas fieles.
Del Diario de Santa Faustina, 1572
“En esa hora – dijo a Sor Faustina – procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan tus deberes; y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que esta lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante”.
Del Diario de Santa Faustina, 569
15 XII 1935 Hoy desde muy temprano una fuerza misteriosa me empuja a obrar, no me deja en paz ni un momento; un ardor misterioso se ha encendido en mi corazón empujándome a obrar, no logro dominarlo; es un martirio silencioso conocido solamente a Dios, pero que haga (39) de mi lo que a Él le agrade; mi corazón está dispuesto a todo. Oh Jesús, mi queridísimo Maestro, no te alejas de mí ni por un momento. Oh Jesús, Tu sabes bien lo débil que soy por mi, por eso sé que mi debilidad Te obliga a estar siempre conmigo.