Del Diario de Santa Faustina, 1121
Después de la Santa Comunión, durante un momento traté
íntimamente con el Padre celestial. Mi alma fue atraída al ardor mismo del
amor, comprendí que ninguna obra exterior puede compararse con el puro amor de
Dios….. Vi el gozo del Verbo Encarnado y fui sumergida en la Divina Trinidad.
Cuando he vuelto en mi, la nostalgia inundó mi alma, el anhelo de unirme a
Dios. Me ha envuelto el amor tan grande hacia el Padre celestial que todo este
día lo considero como un continuo éxtasis del amor. Todo el universo me ha parecido
como una pequeña gotita frente a Dios. No hay felicidad más grande que ésta,
que Dios me da a conocer interiormente, que le es agradable cada latido de mi
corazón, y cuando me muestra que me ama de modo particular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario