Del Diario de Santa
Faustina, 473
Cuando nuestro
confesor estaba ausente, yo me confesaba con el arzobispo. Al descubrirle mi
alma, recibí esta respuesta: Hija mía, ármate de mucha paciencia, si estas
cosas vienen de Dios, tarde o temprano, se realizaran y te digo estar
completamente tranquila. Yo, hija mía, te entiendo bien en estas cosas; y ahora,
en cuanto al abandono de la Congregación y la idea de fundar otra, ni siquiera
pienses en esto, ya que seria una grave tentación interior. (..) Impetrar la
misericordia para el mundo, es una idea grande y bella, ruegue mucho, hermana,
por la misericordia para los pecadores, pero hágalo en su propio convento.