Del Diario de Santa Faustina, 1230 (66)
Oh día eterno, oh
día deseado, Te espero con anhelo e impaciencia.
Ya dentro de poco el
amor soltará el velo, y tú te volverás mi salvación.
Oh día espléndido,
momento incomparable, en que veré por primera vez a mi Dios, esposo de mi alma
y Señor de los señores, siento que el temor no abrazará mi alma.
Oh día solemnísimo,
o día resplandeciente, en que el alma conocerá a Dios en su poder, y se
sumergirá entera en su amor, y conocerá que han pasado las miserias del
destierro.
Oh día feliz, oh día
bendito en que mi corazón se incendiará de ardor eterno hacia Ti, porque ya
ahora Te siento, aunque a través del velo, tú, oh Jesús, en la vida y en la
muerte eres mi éxtasis y encanto.
Oh día, que espero
durante toda mi vida.
Y Te espero a Ti, oh
Dios, ya que deseo solamente a Ti, sólo Tú estás en mi corazón y lo demás es
nada.
Oh día de delicias,
de eternas dulzuras.
Oh Dios de gran
Majestad, Esposo mío, tu sabes que nada satisface el corazón de una virgen,
Apoyo mi sien sobre Tu dulce Corazón.