Del Diario de Santa Faustina, 298
Oh Jesús mío, Vida, Camino y Verdad, Te ruego, tenme cerca
de Ti, como la madre estrecha al seno a su niño pequeño, ya que yo no soy
solamente una niña incapaz, sino un cúmulo de miseria y de nulidad.
Del Diario de Santa Faustina, 295
+ En ese momento Jesús me preguntó: Niña Mía, ¿cómo van tus
ejercicios espirituales? Contesté: Jesús, Tu bien sabes como me van. Si, lo sé,
pero quiero oírlo [de] tu boca y [de] tu corazón. Oh mi Maestro, cuando Tu me
guías todo me va con facilidad y Te ruego, Señor, no Te alejes nunca de mi. Y
me dijo Jesús: Sí, estaré siempre junto a ti si eres siempre una niña pequeña y
no tengas miedo de nada; como he sido aquí tu principio, así seré también tu
fin. No cuentes con ninguna criatura, ni siquiera en la cosa más pequeña, ya
que esto no Me agrada. Yo quiero estar en tu alma solo. Fortificaré tu alma y
te daré luz, y conocerás por la boca de Mi sustituto que Yo estoy en ti, y la
inquietud se desvanecerá como una niebla ante los rayos del sol.
Del Diario de Santa Faustina
+ Oh Bien Supremo, deseo amarte como hasta ahora nadie Te ha amado en la tierra. Deseo adorarte con cada momento de mi vida y unir estrechamente mi voluntad a Tu santa voluntad. Mi vida no es monótona ni gris, sino variada como un jardín de flores perfumadas, donde no sé que flor recoger primero; el lirio del sufrimiento o la rosa del amor del prójimo o la violeta de la humildad. No voy a enumerar estos tesoros que cada día tengo en abundancia. Es una gran cosa saber aprovechar el momento presente.
Del Diario de Santa Faustina, 294
+ Una vez el Señor me dijo: *Compórtate como un mendigo que cuando
recibe una limosna grande no la rehúsa, sino que más bien agradece con más
cordialidad; y tu también, si te concedo unas gracias más grandes, no las rehúses
diciendo que eres indigna. Yo lo sé; pero tu más bien alégrate y goza, y toma
tantos (129) tesoros de Mi Corazón cuantos puedes llevar, ya que haciendo así
Me agradas más.
Te diré algo más: no tomes estas gracias solamente para
ti, sino también para el prójimo, es decir invita a las almas con las cuales
estás en contacto a confiar en Mi misericordia infinita. Oh cuanto amo a las almas que se Me han confiado totalmente, haré
todo por ellas.
Del Diario de Santa Faustina, 1723
"Una noche vino a verme el alma de cierta jovencita y me hizo sentir su presencia dándome a conocer que necesitaba mi oración. Recé un momento, pero su espíritu no se alejó de mí. Entonces dije dentro de mí: si eres un espíritu bueno, déjame en paz y las indulgencias de mañana serán para ti. En aquel momento, ese espíritu abandonó mi habitación; conocí que estaba en el purgatorio."
Del Diario de Santa Faustina, 930
Oh Jesús mío, cuando vaya a Tu casa y me colmes de Ti mismo, y esto será para mi la plenitud de la felicidad, no olvidaré la humanidad; deseo levantar las cortinas del cielo para que la tierra no dude de la Divina Misericordia. Mi descanso está en proclamar Tu misericordia.
Del Diario de Santa Faustina, 611
"Oh Jesús mío, Te ruego por la bondad de Tu dulcísimo Corazón, que se calme Tu ira y muéstranos Tu misericordia. Que Tus heridas sean nuestro escudo ante la justicia de Tu Padre. Te conocí, oh Dios, como una Fuente de Misericordia con que se anima y alimenta cada alma. Oh, qué grande es la misericordia del Señor, por encima de todos sus atributos; la misericordia es el mayor atributo de Dios, todo lo que me rodea, me habla de ello. La misericordia es la vida de las almas, su compasión es inagotable. Oh Señor, míranos y trátanos según Tu piedad infinita, según Tu gran misericordia."
Del Diario de Santa Faustina, 1325
“Oh Dios mío, que Te adore todo lo que hay en mí, oh Creador y Señor mío, y con cada latido de mi corazón deseo glorificar Tu misericordia insondable. Deseo hablar a las almas de Tu bondad e invitarlas a confiar en Tu misericordia. Ésta es mi misión que Tú Mismo me has confiado en esta y en la vida futura”.
Del Diario de Santa Faustina, 612
"Una vez tenía dudas de si lo que me había sucedido, no hubiese ofendido gravemente a Jesús. Como no lograba darme cuenta de ello, decidí no acercarme a la Santa Comunión antes de confesarme, aunque en seguida hice un acto de contrición, porque tengo la costumbre de que después de la menor falta, me ejercito en la contrición. En los días en que no me acercaba a la Santa Comunión no sentía la presencia de Dios, sufría indeciblemente a causa de esto, pero lo soportaba como el castigo por el pecado. Sin embargo durante la confesión recibí una amonestación, que podía acercarme a la Santa Comunión, ya que lo que me había sucedido no era un impedimento para recibir la Santa Comunión. Después de la confesión recibí la Santa Comunión, y vi a Jesús que me dijo estas palabras: Has de saber, hija Mía, que no uniéndote a Mi en la Santa Comunión Me ha desagradado más que [cometiendo] aquella pequeña falta."
Del Diario de Santa Faustina, 1693
Jesús me dijo: "Secretaria de Mi más profundo
misterio, has de saber que estás en confidencia exclusiva Conmigo; tu misión es
la de escribir todo lo que te hago conocer sobre Mi misericordia para el
provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas
consuelo y adquirirán valor para acercarse a Mí “.