Del Diario de Santa Faustina, 151
"Hija mía, no tengas miedo de los sufrimientos, yo estoy contigo” .
Del Diario de Santa Faustina, 114
Oh, ¡qué gratos son los himnos que fluyen de un alma víctima! Todo el cielo queda admirado por tal alma, especialmente si es probada por Dios. Ella dirige hacia Él sus nostálgicos lamentos. Su belleza es grande, porque fluye de Dios. Camina por la selva de la vida herida por el amor divino. Toca la tierra con un solo pie.
Del Diario de Santa Faustina, 95
En el principio a Dios se le conoce como santidad, justicia, bondad, es decir, misericordia. El alma no sabe todo esto a la vez, sino en iluminación sucesiva, es decir, en los acercamientos de Dios. Y eso no dura mucho, porque el alma no podía soportar tanta luz. Durante la oración, el alma experimenta el brillo de esa luz, que hace imposible orar como antes. Tal luz que tocó el alma permanece viva en ella y nada puede sofocarla ni oscurecerla.
Este parpadeo del conocimiento de Dios atrae el alma y la llama del amor hacia Él. Pero al mismo tiempo, esta luz hace que el alma sepa lo que es y le permite ver dentro de sí en una luz superior, y ella se levanta asombrada y asustada. Sin embargo, no permanezcas en este estado de miedo, sino comienza a purificarte, humillarte y humillarte ante el Señor y esa iluminación se vuelve más fuertes y frecuentes.
Del Diario de Santa Faustina, 95
Cuanto más se cristaliza el alma, más penetrantes son estas luces. Si el alma respondió fiel y con valentía a estas primeras gracias, Dios acumula consolación, y lo une con ella de una manera notable. El alma entonces entra, por un instante, como si estuviera en intimidad con Dios y se siente inmensamente feliz. Cree que ya has obtenido el grado de perfección que estaba destinado para ti, porque tus errores y defectos están durmiendo en él, y por lo tanto crees que ya no los tienes. Comienza a sumergirte en Dios y experimentar las delicias divinas. Es tomada por gracia y ni siquiera te das cuenta que puede llegar el momento de la prueba y del juicio.
Del Diario de Santa Faustina, 95
Cuanto más se cristaliza el alma, más penetrantes son estas luces. Si el alma respondió fiel y con valentía a estas primeras gracias, Dios acumula consolación, y lo une con ella de una manera notable. El alma entonces entra, por un instante, como si estuviera en intimidad con Dios y se siente inmensamente feliz. Cree que ya has obtenido el grado de perfección que estaba destinado para ti, porque tus errores y defectos están durmiendo en él, y por lo tanto crees que ya no los tienes. Comienza a sumergirte en Dios y experimentar las delicias divinas. Es tomada por gracia y ni siquiera te das cuenta que puede llegar el momento de la prueba y del juicio.