14 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina,  118; 1

 

 La lengua es un órgano pequeño, pero hace cosas grandes. Una religiosa que no es callada, nunca llegará a la santidad. No se haga ilusiones; a no ser que el Espíritu de Dios hable por ella, en tal caso no debe callar. Pero para poder oír la voz de Dios, hay que tener la serenidad en el alma y observar el silencio, no un silencio triste, sino un silencio en el alma, es decir el recogimiento en Dios. (…)

 


 

13 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina,  117; 3

 

(...) Es un gran defecto de la vida religiosa y de la vida en general que, al ver a un alma en sufrimiento, siempre se tiene ganas de agregarle aún más. No hablo de todos, pero sí existen. Nos permitimos hacer juicios de todo tipo y hablamos allí donde muchas veces no deberíamos repetirlo.

 


 

12 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina, 116; 2

 

(…) Más de una vez mi alma gritó hacia Dios, como un niño pequeño grita con todas sus fuerzas cuando la madre tapa su rostro y él no la puede reconocer. Oh Jesús mío, por esas pruebas de amor, sea gloria y honor a Ti. Tu misericordia es grande e inconcebible. Oh Señor, todos Tus proyectos respecto a mi alma están llenos de Tu misericordia.


 

11 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina,  117; 2

 

 (...) Si las hermanas o las Superioras supieran o sospecharan que el alma dada está soportando esas pruebas y a pesar de eso, por su parte le agregaran sufrimientos, pecarían mortalmente y Dios Mismo pediría por esta alma. No hablo aquí de los casos que por su naturaleza son pecados, sino que hablo de algo que en otro momento no sería pecado. Tengamos cuidado de tener a aquellas almas sobre nuestra conciencia.

 


 

 

10 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina, 870

 

Hoy, durante la Santa Misa me he sumergido inconscientemente en la Majestad infinita de Dios. Toda la inmensidad del amor de Dios inundaba mi alma; en aquel momento he conocido cuánto Dios se ha humillado por mí, este Señor de los señores. ¿Y qué soy yo, miserable, que Te relaciones así conmigo? El asombro me ha invadido después de aquella gracia particular. Aprovechando la confianza en la que Dios me admite, le he rogado por el mundo entero. En tales momentos me parece que el mundo entero depende de mí.